Rocío Rey, cfgm at. pers. situación de dependencia, movilidad en Fougéres (Francia)

Desde el primero momento que supe que estaba admitida para poder hacer mis prácticas en el extranjero me puse muy contenta, es algo que quería conseguir, una oportunidad que no cualquiera puede tener y verdaderamente estaba muy emocionada.

Una vez allí, en Fougerés, Francia, todo era como yo pensaba, como yo quería que fuera para poder disfrutar. Las compañeras que tuve, la empresa en la que estuve, el sitio, las personas que conocimos, el conocer una costumbre e idioma nuevo, etc.

Hay ciertos momentos que aunque todo vaya bien es verdad que no siempre vas a tener un día fabuloso. La familia, tu lugar donde siempre has estado y has estado acostumbrado a estar, los amigos, tus costumbres… todo lo vas echando de menos cada día un poco más, incluso el hablar español en cualquier tienda. Tuve suerte porque a pesar de que algunos días estuviera un poco mal, el estar con personas que me enseñan cosas nuevas, todo el cariño que una persona que no conoces o que ni si quiera puedes hablar con ella a la perfección o entenderte a la perfección, el saber que todo lo hago por algo que un futuro me valdrá la pena. Todo esto y muchas cosas más verdaderamente te hacen olvidarte de todo lo que te hace tener un día de bajón.

Al principio me fue un poco difícil adaptarme, el idioma fue un problema muy estresante para mí. El tener que ser totalmente dependiente. En Sevilla lo era o eso creía hasta que estuve de Erasmus y lo tuve que ser más aún, para nada es algo que tú puedas decir es difícil, creo que nada es difícil si intentas superarlo, todo fue cuestión de aprender y aprender.

Para mí fue una experiencia bonita, una experiencia que te enseña de todo hasta lo que crees que no vas aprender allí, una experiencia cercana pero también una experiencia triste ya que dejas a personas que has conocido y que quizás no vuelvas a ver.