Macarena Suárez, cfgm act. comerciales, movilidad en Lecce (Italia)
Mi nombre es Macarena Suárez y esta es mi experiencia desde el comienzo:
Todo comenzó con risas pese a que es algo bastante serio el plantearse vivir esta oportunidad que ofrece Fundación Dolores Sopeña.
Ana Belén Vázquez y yo estudiamos juntas desde hace dos años el grado medio de Actividades Comerciales (he de añadir que antes nos llevábamos a matar y a día de hoy no sabríamos que hacer la una sin la otra) y puesto que ella primero actúa y luego piensa decidió apuntarse a las pruebas Erasmus+ por lo que me obligó a apuntarme a mí también. Como ya he dicho anteriormente al principio nos lo tomamos a risas, puesto que pensábamos que no íbamos a pasar las pruebas y tendríamos que hacer las prácticas en España.
Los días pasaban y el programa Erasmus+ avanzaba y nosotras con este mismo, fuimos a la reunión no muy convencidas y eligiendo como país prioritario Italia realmente sin ningunas esperanzas para nosotras. Finalmente fuimos superando pruebas y pasé el examen de inglés, pero Ana no, por lo que me asusté puesto que dijimos que si estábamos juntas en esto tendríamos que ir las dos sí o sí.
Para mi sorpresa, el día que nos dieron las notas del segundo trimestre Ana estaba aprobada ¡POR LO QUE VENIA A ITALIA CONMIGO! Pienso que es de las mejores noticias que me podrían dar en ese momento.
Y sí, pese a todo pronóstico nos encontrábamos el día 16 de Marzo preparando las maletas, metiendo algo más que ropa para 3 meses… (En dichas maletas metimos miedos, inseguridades, nervios, inmadurez…) para vivir toda una nueva experiencia fuera de nuestro país y zona de confort. Y es que sin comerlo ni beberlo, ya estábamos en Italia después de un duro día de aeropuerto ya que tuvimos un pequeño contratiempo debido a que nos informaron mal sobre nuestra puerta de embarque y al llegar… ¡el avión se fue sin nosotras! y la situación era que estábamos en Roma y sin vuelo. Gracias a mi pequeño nivel de inglés pude conseguir para las dos una nueva tarjeta de embarque y que de este modo nos reembolsasen el dinero para así llegar a Bari.
Después de haber llegado todo empezó a ir sobre ruedas y en resumidas cuentas gracias a Erasmus+ he podido conocer a gente maravillosa con diferentes culturas y maneras de pensar y entonces es cuando te das cuenta de que sí, estás solo en un país desconocido, pero al igual que miles de personas más y con la gran suerte de que todos juntos somos una piña de personas increíbles y que la gran mayoría hemos hecho lazos inseparables entre nosotros. De esta vivencia no sólo me llevo compañeros sino amigos y amigos de verdad que han estado incluso en las malas sin apenas conocer nada de ti, gracias a esta oportunidad también he podido conocer realmente a una chica que ya conocía pero que a la vez desconocía por completo y que vive en España en el mismo pueblo que yo.
En cuanto a las prácticas y el idioma, es algo complejo al principio y aún más si estás en un lugar con personas desconocidas y en un idioma desconocido. En mi caso pude utilizar al principio el inglés como vía de escape para así poder entender un poco qué iba a realizar en mi puesto de trabajo en prácticas. El problema fue que poco a poco me fui desmotivando puesto que donde yo hacía las prácticas no tenía mucha clientela, tampoco me dejaban hacer gran cosa y no se preocupaban en formarme al menos.
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Pero de lo que sí me alegro es que de todo se aprende sea bueno o malo, que de los errores se aprende más que de los aciertos y que realmente mamá y papá no van a estar ahí para solucionarte siempre los problemas que se presenten en tu vida. Que tienes que ser autosuficiente en todo momento, que nadie va a hacer nada por ti si no lo haces tú y también esta experiencia me ha enseñado a quererme, a mirar primero por mí pero siempre humildemente, que no hay nadie mejor que nadie, que todos somos excelentes en nuestra especialidad y que nunca hay que tener miedo a las oportunidades que se te presenten porque quizás estás perdiendo la oportunidad de tu vida, por supuesto que he llorado, por supuesto que he tenido días grises en la ciudad de Lecce y por supuesto que he pensado más de una vez en volverme a Sevilla con mi familia, pero que no se acaba el mundo porque todos tenemos días tontos, días buenos y días no tan buenos pero que si te paras a secarte las lágrimas y respirar te das cuenta de que los días buenos contrarrestan todos esos pequeños malos momentos y que realmente no vale la pena volver y perder esta experiencia por haber tropezado y haber caído, porque las heridas sanan a fin de cuentas.
Y hoy, 7 de Junio de 2018 faltan seis días para irme de esta gran ciudad que me ha abierto una gran puerta de posibilidades, una ciudad que me ha dado muchísimo y que jamás olvidaré y que sé que al hacer la maleta ya no existirán esos miedos ni esa inseguridad ni esa inmadurez con la que llegué.
Gracias a mis profesores y a mi familia por haberme dejado vivir esta experiencia porque estoy convencida de que es de las mejores cosas que me han podido pasar en la vida.
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